No es el estrés lo que nos mata, es nuestra reacción al mismo

Hans Selye

El uso de la palabra estrés y estresante es masiva en el mundo contemporáneo. Aunque se sospechaba la existencia de una respuesta del cuerpo ante eventos traumáticos, sólo hasta hace 100 años la investigación sobre la respuesta fisiológica al estrés se volvió relevante y, por supuesto, se ha avanzado en su comprensión. En este artículo se revisa el concepto de estrés y sobrecarga adaptativa y como se relaciona con el desarrollo de diferentes enfermedades.

En 1898 el doctor Walter Cannon describió alteraciones en la peristalsis en el tubo digestivo de animales sometidos a estrés (1). Estas observaciones refutaron la teoría entonces vigente sobre las emociones (se creía que eran una respuesta secundaria a un estímulo visceral o muscular), encontró que diferentes emociones conducían a respuestas viscerales similares y el centro de generación de estas respuestas era el sistema nervioso central (2).  Así mismo describió la respuesta de luchar o huir siendo mediada esta por efecto de la adrenalina (3).

Posteriormente Hans Selye describió en modelos animales la hipertrofia de las glándulas suprarrenales, ulceras pépticas y alteraciones en el funcionamiento del sistema linfático como consecuencia de la exposición de diferentes agentes nocivos (4). Reconoció luego que esta respuesta era similar en diferentes modelos y podía ser dividida en tres partes diferentes: se trata del síndrome de adaptación general (5).  La primera etapa es una respuesta para preparar el cuerpo a la huida, la segunda etapa sostiene esta respuesta para hacer frente al agente estresante y en la última, finalmente, se produce el agotamiento del sistema y la respuesta al agente no se puede sostener en el tiempo (6,7).

La ocurrencia de traumas durante la segunda guerra mundial y las alteraciones nerviosas y físicas descritas en los combatientes, introdujo la necesidad de continuar las investigaciones sobre la respuesta adaptativa del cuerpo al estrés, así como sus consecuencias. La integración de los conceptos de la fisiología de la respuesta, psiquiatría y psicología permitieron un mejor entendimiento de la respuesta al estrés así como de la variación interindividual en ella (8).

Alostasis y sobrecarga adaptativa

Más recientemente, Peter Sterling y Bruce McEwen, introducen un nuevo concepto, diametralmente diferente del de la homeostasis, la alostasis. La alostasis es la estabilidad a través del cambio, es decir, el objetivo de la regulación no es mantener la constancia sino alcanzar la adaptación manteniendo la aptitud física (9). Los cambios de las condiciones medioambientales y de funcionamiento de un organismo obligan al cuerpo a realizar modificaciones en su funcionamiento para ser eficientes, minimizar el error y minimizar sus costo, es decir, desde esta perspectiva los valores “anormales” en un parámetro fisiológico son una señal de la búsqueda de adaptación a nueva condición (10).

Así las cosas, pueden diferenciarse claramente dos tipos de sistemas, aquellos vitales que no tienen un alto margen de variación (como el pH y la osmolaridad) y los alostáticos que tienen un gran margen de variación y contribuyen a mantener la homeostasis mediante el cambio de sus propios parámetros (11–13). Los mejores ejemplos de sistemas activados mediante la alostasis son el eje hipotálamo-pituitario-adrenal y el sistema nervioso autónomo (14). 

Como cualquier sistema corporal estos mecanismos de adaptación pueden saturarse, o su activación continua podría producir efectos sobre los órganos y células. La alteración, desgaste y deterioro que ocurre como consecuencia de la respuesta adaptativa continua es conocida como sobrecarga alostática o sobrecarga adaptativa (15).

No existe una definición de sobrecarga adaptativa definida mediante criterios estandarizados. Sin embargo existen criterios clínicos y paraclínicos que pueden asumirse como marcadores de sobrecarga adaptativa (16):

Los mecanismos mediante los cuales la necesidad de lograr la adaptación produce enfermedad son múltiples y comenzaron recientemente a ser comprendidos:

  • Elevación crónica de los niveles de cortisol (17)
  • Alteración de la función mitocondrial (18)
  • Pérdida de la regulación de los mecanismos epigenéticos (19)
  • Estrés oxidativo (20)
  • Anormalidad en la expresión genética (21)
  • Acortamiento de los telómeros/incremento de la actividad de la telomerasa (22)

Todos estos mecanismos, por supuesto, se traducen en la alteración funcional de diferentes estructuras, una de las más importantes el sistema nervioso central. La modificación de las estructuras corticales, alteración de liberación hormonal y la ruptura de la comunicación con el sistema inmunológica son los eventos iniciales que conducen al deterioro progresivo de la función celular (23).

La sobrecarga adaptativa como factor de riesgo para enfermedades

La exposición crónica e inadecuadamente afrontada y el subsecuente desarrollo de la sobrecarga adaptativa se relacionan con el desarrollo de múltiples enfermedades y condiciones. A continuación se presenta un resumen de varios de estos hallazgos:

Sistema cardiovascular. Altos niveles de sobrecarga adaptativa estan relacionados con un mayor riesgo de mortalidad cardiovascular HR 2.24 (1.82, 2.76), estos hallazgos se presentan independientemente de la etnia a la cual pertenece el individuo (24). Altos niveles de sobrecarga estan relacionados también con menor calidad de vida y menor control de los niveles de presión arterial en pacientes con hipertensión arterial (25).

Metabolismo. La inflamación y alteración inmunológica resultante de la sobrecarga adaptativa favorece el desarrollo de la diabetes e incluso se ha sugerido que puede ser un factor relacionado con el mal control metabólico y pobre pronóstico en esta enfermedad (26). Las alteraciones de los niveles del colesterol están frecuentemente relacionados con altos niveles de sobrecarga adaptativa, esto, al final, supone un mayor impacto sobre el estado de salud y mayor riesgo de complicaciones (27).  

Sistema nervioso. La sobrecarga adaptativa está relacionada con menores volúmenes de sustancia gris durante la vejez (28). También se ha relacionado con alteraciones en la estructura de la sustancia blanca (29). La respuesta sostenida potencialmente produce toxicidad y esta relacionada con las enfermedades neurodegenerativas (30). Es clara también la relación entre la sobrecarga adaptativa, la depresión y ansiedad, personas con alta puntuación de sobrecarga presentan mayor riesgo de desarrollarla (OR 2.00 IC95% 1.18, 3.41) (31). Así mismo se ha descrito también el deterioro en pruebas de función ejecutiva relacionados con un alto nivel de sobrecarga adaptativa (32).

Cáncer. La sobrecarga adaptativa está relacionada con el pronóstico del cáncer. En un estudio realizado en pacientes con cáncer de seno no metastásico se encontró que altos niveles de sobrecarga se relacionaron a un mayor tamaño del tumor (OR 1.58 IC95% 1.01,2.46) y menor grado de diferenciación del tumor (OR 2.16 IC95% 1.18, 3.94) lo cual constituyen factores de peor pronóstico (33).

Otras condiciones. Se incrementa de forma significativa el riesgo de enfermedad periodontal (OR 1.46 IC95% 1.10,1.92) (34). La sobrecarga adaptativa mediante mecanismos epigenéticos incrementa la velocidad con que se produce el envejecimiento (35).  

Referencias bibliográficas

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